Pahuatlán
Los días en Pahuatlán comienzan con el aroma del café recién molido que se filtra por las calles empedradas del pequeño centro poblado, proveniente de cafeterías y pequeñas casas de adobe con techos de tejas rojas. La cosecha de frijol es una de las principales riquezas del Pueblo Mágico, así como sus panaderías en horno de leña. Por eso, una taza de café y un polvorón o una concha calentitos son el desayuno perfecto para empezar la mañana.
Luego, debes visitar El Templo del Señor Santiago Apóstol, construido hace más de 400 años por los frailes agustinos. Su fachada blanca destaca su diseño rococó que contrasta con los marcos amarillos del campanario y la entrada principal.
Los domingos, el atrio es escenario de la danza de Los Voladores, ya que el Pueblo Mágico de Pahuatlán formó parte del antiguo señorío de Totonacapan. Además, ese día es el día de los tianguis (mercados de pulgas) donde se puede encontrar una de las artesanías más prestigiosas, el papel amate. Sin embargo, para maravillarte con el proceso de elaboración, debes viajar a los talleres artesanales de San Pablito, a unos 20 minutos de la cabecera municipal.
No pierdas la oportunidad de conocer a un chamán o sanador. En la plaza, varios establecimientos ofrecen limpieza espiritual, así como infusiones de hierbas y naturales para aliviar las molestias. Algunos hoteles (como el Hotel San Carlos) incluso cuentan con baños de temazcal entre sus amenidades.
Viajas a Pahuatlán cuando quieres tener contacto con la naturaleza. Por eso te recomendamos contratar un recorrido en bicicleta de montaña para visitar un beneficio de café, cruzar el puente colgante Miguel Hidalgo y Costilla, observar la cascada La Trinidad, internarte por los senderos del Cerro del Cirio hasta llegar al mirador de Ahíla y, por qué no, atrévete a descender en rappel por una de sus caras.
El Pueblo Mágico de Pahuatlán se encuentra a casi tres horas de la Ciudad de México, la mejor ruta para llegar es a través de la carretera Arco Norte hacia Tulancingo, Hidalgo.