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¡Enfrentándose al Pacuare!

Si crees que sabes cómo se siente una descarga de adrenalina, solo espera a visitar el río Pacuare.

¿Eres lo suficientemente valiente como para unirte a nosotros?

Salimos de San José a las 7 de la mañana y nos dirigimos hacia Turrialba. Tomamos esta ruta porque teníamos que pasar por la entrada de una conocida hacienda ganadera que se encuentra en el límite entre la provincia de Cartago y Limón.

Cuando llegamos al punto de partida de la tour un guía experimentado conocido como “El Chino” nos recibió con una gran sonrisa. Randall Solano, conocido como “El Chino”, navega por las aguas del Pacuare desde hace más de 25 años.
Nos pusimos los chalecos salvavidas y cascos mientras el personal nos daba una breve charla sobre seguridad en el agua.
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Una vez más Costa Rica nos sorprende con sus increíbles opciones turísticas para todos los gustos. Sabíamos que nos esperaba un subidón de adrenalina, pero no sabíamos que también disfrutaríamos de tantos paisajes hermosos a lo largo de la ruta.

El río Pacuare se encuentra en la cuenca del Atlántico y tiene 133 km de longitud. Sus cabeceras se forman en las montañas de Cuericí en la cordillera de Talamanca, a casi 3000 metros sobre el nivel del mar. Las aguas del Pacuare descienden desde las montañas hasta las planicies del Caribe Central y desembocan en el Mar Caribe.


Categoría II, III y IV

El recorrido tiene una duración aproximada de 4 horas, por lo que debes venir preparado para vivir una verdadera aventura acuática. Lleve bastante bloqueador solar y agua para hidratarse durante la ruta.

A los cinco minutos de haber iniciado el recorrido llegamos a unos rápidos de clase II, lo justo para sacudirnos los nervios y darnos un poco más de confianza.

Max fue el otro guía con nosotros. Al igual que Chino, Max exudaba profesionalismo, cuidándonos todo el tiempo y avisándonos cuando nos acercábamos a otro conjunto de rápidos.

Antes de cada rápido, Max nos daba una breve sesión informativa sobre la categoría de la técnica de remo rápida y correcta para evitar accidentes en el agua.

Durante el viaje también vimos varias especies de aves y cascadas que caen entre las enormes rocas que bordean el cañón.

Después de una hora y media, nos detuvimos para visitar el albergue a orillas del río. Tan pronto como entres y veas los fantásticos balcones del albergue, querrás pasar el fin de semana allí viendo atardeceres con una buena taza de café y un buen libro.

¡Enfrentándose al Pacuare!


Enamórate del albergue

El albergue está en medio de la selva, rodeado por el canto de los pájaros y el rugido del río. El albergue o "ecolodge" fue construido de manera sostenible con madera recuperada y está ubicado dentro de una reserva privada de más de 2000 acres. Aquí puedes hacer caminatas, hacer canopy tour, hacer cayoning, disfrutar de paseos a caballo, hacer turismo comunitario o simplemente desconectarte de todo y disfrutar de un relajante descanso en una hamaca con vista al río.

Salimos del albergue con la esperanza de regresar algún día, pero aún quedaban muchas aventuras por vivir, así que tomamos las nuestras y nos lanzamos al agua. ¡Estábamos en un momento salvaje!

¡Adelante 2, adelante 3, adelante fuerte! Max y Chino nos gritan que todavía teníamos que probar nuestro temple en algunos rápidos de categoría III y IV.

Después de un delicioso almuerzo preparado por nuestros amables guías (que, por cierto, ¡son excelentes cocineros!), nos tenían reservada una sorpresa...

Unos metros río abajo nos encontraríamos ante un rápido de categoría IV. Realmente experimentamos el dicho "después de una tormenta viene una calma". Remamos muy fuerte a través del rápido de categoría IV, solo para llegar a una hermosa cascada que nos sacudió con su gran poder. ¡Max dirigió la balsa hacia la cascada y estábamos empapados!

Después de unos cuantos rápidos más, llegamos al ansiado cañón del Pacuare, donde el cauce se estrecha, las paredes de piedra son impresionantes y el agua está más tranquila, bastaba solo con respirar y admirar el fenomenal paisaje.

Para cerrar con broche de oro, pasamos por debajo de la vía férrea del Atlántico en el preciso momento en que pasaba por encima un tren cargado de contenedores. Llegamos al final del recorrido con el sonido del silbato del tren felicitándonos por nuestro logro.

Después de 4 horas podemos decir que dominamos esta increíble aventura de rafting. Lo haríamos todo de nuevo en un abrir y cerrar de ojos.

¿Has vencido al río Pacuare?



Notas de viaje