Especia, Arena y estrellas *
Algunos de los otros olores que siempre están vinculados a mis viajes por Marruecos son la madera de cedro, diesel, comino, menta, Jabón de hadas (era el único jabón disponible en el mercado del pueblo), agua de rosas, almizcle, y estiércol de burro (¡no es una gran asociación, lo admito!).
Un recuerdo mental de ese primer viaje es compartir un viejo Mercedes Grande Taxi destartalado con otros seis pasajeros y un saco de arpillera de veinte kilos de hojas de menta fresca durante cinco horas por caminos de montaña llenos de baches. Al final de las carreteras, podría habernos sumergido en una olla gigante de agua como bolsitas de té y habríamos creado un Atay B'nanna (té de menta) aceptable.
Uno de los platos más memorables y sencillos que probé durante esos primeros seis meses en Marruecos, fue un picante, ahumado, dulce, mezcla de nueces, mezclados juntos, servido con café de cardamomo. Creo que se suponía que solo teníamos una cuchara o dos de esta mezcla, pero era tan delicioso que me comí una taza de café expreso. Veinte minutos más tarde estaba zumbando como un niño que ha bebido un litro de coca cola con una bolsa gigante de bolos.
Ese plato es la inspiración para la almendra quebradiza especiada y el punto de partida para este postre. Los otros elementos se unieron con bastante facilidad. Tiendo a asociar ingredientes específicos con países y las frutas secas como los dátiles y los higos siempre me recordarán las montañas del Atlas y la imagen de la fruta secándose en los techos de las casas de las aldeas. Los higos secos tienen un gran sabor pero prefiero usarlos en guisos salados y tajines, mientras que los higos frescos tienen una temporada tan corta y huelen tanto a finales del verano, por lo que tenían que ser parte de este postre.
Ingredientes (para 4 personas)