El Salto
Para acceder a El Salto, la forma más fácil es salir desde Victoria de Durango, tomando la carretera que conduce a Mazatlán. Un camino ligeramente sinuoso que deja atrás el semidesierto de la capital del estado y se integra caprichosamente a los bosques de pinos, se eleva y te hace sentir que vas al cielo.
El pueblo, de ambiente rústico y casas en su mayoría de madera, vivió su época dorada durante la década de 1930, cuando sus aserraderos experimentaron un auge en la explotación maderera y se vislumbraba la llegada del ferrocarril que iría de Durango a Mazatlán. La obra, aunque no se concretó, dio paso a la creación de túneles que aún hoy se encuentran abiertos, siendo utilizados para recreación y ecoturismo.
Con un clima predominantemente frío, El Salto recrea las postales invernales de manera casi hipnótica, mostrando un blanco que se acerca al inmaculado en los meses de enero y febrero, donde las formas de sus construcciones, las trazas de sus calles y las cruces de la La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, así como el templo de San Francisco de Asís difícilmente se pueden diferenciar.
El primer centro religioso que se construyó en El Salto fue el dedicado a San Francisco en la década del 40, el cual era concurrido y visible desde el corazón del pueblo, rodeado de comercios y centros de consumo. El segundo, que tiene como patrona a la Virgen de Guadalupe, se ubica en la parte más alta, teniendo como principal atractivo su peculiar arquitectura de techos triangulares y vistas al pueblo.
La comida, -un placer innegable para todo viajero-, impregna la nariz desde la distancia augurando sabores que cumplen a cabalidad con los deseos de la imaginación. Gorditas de chicharrón prensado, cuerito, discada, machaca, pollo y todo lo que se le ocurra a los salteños, son garantía de un sabor que querrás memorizar en cada bocado.
Si el frío aprieta, nada como una sopa de champiñones y un café caliente para despejar la mente y entrar en calor. En El Salto el frío se suaviza con la calidez de su gente, quienes no dudarán en compartir su experiencia contigo para que disfrutes del lugar y te sientas en confianza, para que puedas caminar sin prisas y adentrarte en su naturaleza que limita con lo sobrenatural.